Buscando trabajo

La edad y las entrevistas de trabajo

Hoy, por primera vez en mi vida, me he sentido vieja en una entrevista de trabajo. Lo sé, solo tengo 30 años, pero he perdido la inocencia, el miedo a los tiburones de Recursos Humanos y mucho tiempo en procesos de selección. Quizá por eso las jovencitas que me acompañaban en la entrevista coral me dejaban hablar primero sin quitar ojo de encima a mis patas de gallo.

En ese momento he sido consciente de que mi vida ha retrocedido en el tiempo.  Como Michael J. Fox en ‘Regreso al Futuro’ pero sin máquina. Ya me lo dijo una amiga: “quedarse ahora en paro es como volver al año en el que acabamos la facultad y no sabíamos hacia dónde tirar”. Yo entonces lo tuve fácil, encontré trabajo muy rápido, y puede que por eso la vida me esté mirando con cara burlona: “¿Creías que te ibas a librar?”.

No es fácil estar en la encrucijada. Reciclarse no parece útil si tenemos en cuenta que todas las empresas piden varios años de experiencia en el sector. Apostar por la formación no es sinónimo de nuevas oportunidades. Pero quedarse de brazos cruzados no es la solución, por eso es el momento de preguntarse: “¿Por qué no?”

La edad no es una barrera para encontrar trabajo en otros países como Alemania donde los dígitos son sinónimo de experiencia. Como dice mi abuela: “la edad es un grado”. Pero, querida abuela, ahora en España te piden un posgrado, dos máster, tres idiomas, siete años de experiencia y que seas menor de 30. De lo de la flexibilidad horaria y otras exigencias por un sueldo indigno ya hablaré en sucesivos post.






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